La noche pintaba bien. Fin de año anticipado, campanadas, bolsas de cotillón, gogós, ambiente universitario y dos copas por diez euros. Vamos para allá, debieron pensar muchos jóvenes el pasado jueves. El problema es que lo pensaron demasiados al mismo tiempo. Según fuentes de la Policía, el triple del aforo máximo del local donde se había programado la fiesta, una céntrica sala de Granada. Las cifras cantan -1.850 personas desalojadas para una capacidad máxima de 465- y los testimonios también.
La dirección de la discoteca cuestionó el recuento de la Policía, practicado uno a uno en la puerta de la sala, y aseguró que hubo mucha gente a la que se contó dos veces porque salía y volvía a entrar al recinto por una puerta trasera. La única realidad inatacable es que efectivos de las policías Local, Nacional y Autonómica tuvieron que coordinar un desalojo que duró más de una hora.
Las redes sociales no tardaron en echar humo y los testimonios dejan entrever un trance cuando menos preocupante. Fernando Matías Sáez, estudiante de la Universidad de Granada, acudió con varios compañeros a la citada discoteca después de una cena para celebrar la Navidad. Las dos horas que pasó dentro junto a una treintena de amigos no se le olvidarán fácilmente.
«Serían ya las tres de la madrugada cuando aquello empezó a llenarse rápidamente. Nos encontrábamos en la sala de abajo junto a la barra y una compañera me pidió que la acompañara fuera porque le faltaba el aire y se estaba mareando. Hacia calor y mala ventilación», indica. «Al salir por las escaleras, había tanta gente que le di la mano a mi compañera para tirar de ella porque noté que le faltaba el aire y era incapaz de avanzar por la cantidad de gente que entraba», relata.
Fernando logró ganar la calle con su compañera pero después de comprobar la cantidad de personas que intentaba entrar en la discoteca y el cariz que tomaba el asunto, decidió entrar de nuevo para recoger su abrigo y avisar al resto de compañeros. «Había un portero organizando la masa de gente que entraba y salía por una puerta de un metro y medio de ancho, y se encontraba muy nervioso. Cuando recuperé mi abrigo, me dispuse a bajar para avisar a mis amigos pero las escaleras estaban colapsadas y la gente no paraba de empujar. Tardé más de cinco minutos en llegar abajo», explica.
Fernando reconoce que lo ocurrido hace escasas fechas en el Madrid Arena estaba en la mente de todos, aunque aclara que la decisión de salir de allí la tomaron sus amigos «por sentido común».
Para salir de allí tardaron entre 10 y 15 minutos en recorrer unos 30 metros aproximadamente. «Había veces incluso que era tal la presión que tenía dificultades para respirar. Al salir, había gente que seguía entrando y cinco minutos más tarde llegó la policía y empezaron a desalojar. Menos mal, porque si allí dentro pasa algo y hubiese que salir corriendo...», indica.
Sucesos similares
Este joven subraya que lo ocurrido en esta discoteca el pasado jueves no es nuevo. «Ya han pasado sucesos similares en otras discotecas por no tener las medidas de seguridad adecuadas o una organización del espacio que facilita el aglutinamiento de personas. Meten a demasiada gente y creo que cuando pagamos 10 euros es para pasar un rato de fiesta y diversión, no un rato de agobio».
Fernando confía en que lo sucedido el jueves no se quede en la anécdota. «Que se supervisen unas normas que son básicas. No se creen ni ellos que allí había 400 y pico personas. Había las que dijo la Policía. Yo no vuelvo más hasta que no me garanticen la seguridad», concluye.
El testimonio de Fernando expresa el sentir de la mayoría de quienes han contado su peripecia en las redes sociales, aunque también hubo ayer comentarios en otro sentido. Una lectora, Andrea Fernández, envió un correo a esta redacción en el que apuntó que hubo un momento de mucho agobio «pero tampoco fue durante toda la noche. Es injusto que se le haga esto a esta discoteca», sentenció.
http://www.ideal.es/granada/v/20121223/granada/mano-companera-para-tirar-20121223.html
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